Los
cielos se tiñen, la sangre se enfría,
el
sol tiene la tendencia decadente
de
esconderse en la hora más oscura del día.
Nadie
está contigo cuando las nubes cubren las estrellas,
la luna y los planetas que se alinean para tu
buen destino,
ni
con su buen tino el sabio farol anaranjado que se apaga a tu paso.
Todo
parece estar en tu contra:
el
abrazo a la farsante buena sonrisa de tus acompañantes,
de
tus amigos, tus contactos virtuales,
sonrisas
que no llenan vacíos ni las grietas de tu alma.
Es
sólo un temor que se prende,
que
se alimenta de tus pesadillas,
que
se nutre del monstruo en tu interior
y
que se hace amigo de él mismo,
estrellando
su cabeza contra el muro,
queriendo
destruirlo así como también así mismo.
No
seas tonta, y sigue,
sigue
corriendo por ahí, libre como el viento,
como
siempre deseaste serlo.
No
eres más una niña que vive de la mano de su madre.
Aprende:
en la vida hay peores cosas que temerle a la soledad,
hay
peores cosas que el hambre, que los días nublados
y
los atardeceres perecederos.
Quema
tu vida, caza cometas, comete errores,
aprende
de ellos.
Haz
que todo esto valga la pena.
Por
favor, haz que todo esto valga la puta pena.