Las mujeres, por lo general, reemplazan cosas pasadas con bonitas fotos de ellas sacadas por sí misma, muchos me gusta de Facebook y comentarios bonitos hacia ella. Un hombre, por lo general, sólo se preocupa de que nunca se acabe el vino y la buena suerte.

Manifiesto

Odio los comerciales donde las familias son jóvenes, regias, sin problemas, sin cicatrices, mostrando sus joviales sonrisas, como si todo estuviera bien en este puto país o en este maldito mundo. Los odio como los políticos, siempre tan cínicos, tan perros, dispuestos a cagarnos violando nuestra fe, nuestra sed de cambio, rompiendo nuestros sueños por sus sueños, por los de otros aún más grandes que ellos, haciéndonos sentir que somos nada, insuficientes, inútiles.
            Odio a las mujeres que se hacen ver como las víctimas de la vida, cuando actúan de la misma forma que tanto aborrecen cuando les tocan un pelo; odio que siempre tengan una excusa para sus males; odio que tengamos que ser tan cuidadosos con ellas, cuando ellas, muchas veces, ni siquiera son cuidadosas con nosotros.
            Odio a los zorrones que se creen flaites, con su vocabulario de mierda, intentando parecer reales, auténticos, cuando nunca han sufrido un mal por la vida, creyendo que ser pobre es cool, es genial, que tener que tomar en la vía pública por no poder pagar un buen vaso de cerveza en un miserable pub es lo más divertido del mundo, que todo es posible con un discurso barato, sacado de libros que jamás han leído y con suerte conocen, con sus chalecos de lana, con sus mensajes antisistémicos y antipolíticos escuchados a la mala por ahí; así como también odio a los flaites que con algo de plata se creen lo mejor del planeta, los reyes del mundo, malgastando toda su mierda en horas, malpensando su futuro, creyendo que la plata reemplaza la educación que no recibieron, creando así un ciclo de mierda generacional que al parecer solo crecerá con el paso del tiempo.
            Me da rabia que extranjeros vengan a nuestro maldito país para hacerlo mierda a cuesta del sudor de nuestros propios padres, hermanos, familiares, para forrarse en plata, nuestra plata, nuestra tierra, nuestro sufrimiento, nuestras propias lágrimas.
            Odio que el Gobierno se lave las manos (vaya ironía) diciendo que el futuro de la sequía y el cuidado del agua dependen casi principalmente de nosotros, poco menos diciendo que si el agua, tan vital recurso, llegara a acabarse, recaerían sobre nosotros todos los pesos de la conciencia por permitir tal caos, cuando son ellos los que permiten que las mineras chupen día y noche, día y noche el agua de milenarias napas subterráneas, dejándolas secas, perdidas en el anonimato, obsoletas; cuando son ellos los que permiten que las mineras ensucien nuestros ríos, litros y litros de vida sin siquiera pagar un puto peso por ello… Pero somos nosotros los que tenemos que racionar el agua, privarnos de la ducha que nos despierta forzosamente cada puta mañana, de ese vaso de agua que nos quita la sed, de la maravillosa sensación de regar las plantas y flores de nuestros jardines…
            Odio que la delincuencia gobierne más que cualquier otra cosa en nuestras calles, que tengamos que vivir con miedo, encarcelados en nuestras propias cosas, con caros sistemas de seguridad que no nos dejan dormir tranquilos por las noches, aun cuando el cansancio parece consumirnos cuando no hay ajetreo.
            Odio los noticieros, la información errada de los diarios, el que los millonarios puedan manejar a la gente mediante las palabras y sus mensajes entre líneas.
            Odio el maldito sueldo mínimo que nos ata a una vida de mierda, que nos hace pelearnos entre nosotros mismos, entre los que somos pares, cegándonos, haciéndonos perder de vista el verdadero enemigo que son los multimillonarios más poderosos del mundo que nos tienen viviendo como ratas en este sótano tercer mundista con sueños de grandeza.
            Odio que la gente siga pensando que comer carne-no-animal es algo afeminado, como una moda sin sentido, como algo que muchos usan para llamar la atención, y que el comer un animal procesado por sucias máquinas es lo más macho que puede existir, cuando lo que se echan a la boca está lleno de mierda de ratas, lleno de bacterias, lleno de basura antinatura.
            Odio a las personas que en Facebook revelan hasta el más mínimo detalle de sus vidas, haciendo del medio social un burdo diario de vida…
            Aborrezco el regetón, los imbéciles que ahora escuchan música electrónica y que cuando iban en el colegio te molestaban porque la escuchabas, diciendo que era de maricas, que era de mujeres, de homosexuales…
            Odio las discos zorronas y los jóvenes que suben las fotos del sábado anterior en ellas como luciendo lo genial y falsas que son sus vidas…
            Odio que exista el bullyng y toda la mierda que enraíza tanta rabia en el corazón de personas que no lo merecen. Odio que tengan que morir niños por culpa de esto, por culpa de imbéciles que se creen superiores y padres y adultos que siguen creyendo que el mundo sigue bien, que no hay nada malo, que sus hijos son los mejores, halos sobre sus cabezas.

            Me enferma que hayan tantos ancianos en esta vida que no son cuidados por quienes deberían, que hayan personas que vivan hacinadas en casas de mala calidad, que existan personas que sufran de hambre cuando millonarios se llenan la panza de pollo y más de tres platos por comida (sin incluir postres), que hayan personas que no puedan estudiar por tener que trabajar, por no tener plata, que vagabundos mueran de frío en las calles sin siquiera ser recordados, que los animales pierdan sus hábitats, que la gente prefiera el cemento y no los árboles ni las flores ni el pasto, que el sentido de la evolución solo sea destrucción, que ya no haya ningún sector virgen en el mundo, que la fe haya sido vendida por un puñado de dinero al mejor postor, que haya que tener que dar gracias a un jefe de mierda por una mierda de sueldo, que el consumo de las drogas que nos mantienen libres sean penalizadas por la ley, quitándonos lo último que nos queda, que las cosas hayan perdido el sentido, que la vida haya perdido su sentido, que no nos demos cuenta que estamos contaminados… que no nos demos cuenta que estamos llenos de mierda y que podríamos matarnos unos con otros sin siquiera darnos cuenta…