Este es un puto deseo de muerte


No me vengas con tu cara lastimera ahora,
la mejor de todas las que conoces,
y me digas que todo esto es cumpa mía,
clavando sobre mí antiguas espinas,
reabriendo oscuros dolores.
Las cosas ahora son de la manera
que simplemente tienen que ser.
Un pecho hinchado de rabia,
los ojos llorosos de odio,
como si fuera yo quién buscó viejos amores
de la lista y tachó otros tantos fugases nuevos,
como si fuera yo quién quisiera que
las cosas fueran así ahora.
Admítelo, y no corras la cara,
y manda cien palomas mensajeras
con estas palabras, acción que conoces tan bien
como la palma de tu mano.
No creo en ti, así como tampoco creo en
nuevos comienzos.
Piensa: si aún no sanas tus viejas y resentidas heridas,
¿qué te hace pensar de las mías?
Ni los besos ni tu sexo me bastan.
No se respira aire nuevo en eso,
compréndelo.
Diste tu último disparo,
mataste al par de moribundos gatos.
Una triste y terrible tragedia.
Espero tu sonrisa sólo se plasme
en viejas fotos.
Te deseo lo peor por haberme dejado así, perra.

Ataduras


No puedes ser de libre pensamiento, porque te tildarán de comunista o un picado a héroe al que nadie le cree. Tampoco puedes elegir no creer en algo, porque o sino serás un maldito satánico o un antisocial de primera. No puedes odiar a la gente, porque es feo y genera resentimientos, pero si quieres a todos, te creerán alguien falso. No puedes sonreír de la nada, porque o sino creerán que te estás riendo de ellos. No puedes enamorarte de todas las mujeres como un solo género, porque serás considerado todo un mujeriego. No puedes enamorarte de una mujer soltera y con hijos, porque o sino todos dirán que quiere aprovecharse de ti y anclarte problemas que no te pertenecen. No puedes nombrar lo malo de otros, o sino eres un maldito crítico que no merece vivir. No puedes decir que el gobierno ni la política están mal, o sino te apuntarán como un antipatiotra y un inconformista de mierda que nunca está contento con nada. En fin, mejor quédate callado y pasa desapercibido por todos. Así nadie te querrá ni te odiará. Fin.

Revolución


Quise un poco de revolución
para seguir de pie tras mi propia identidad,
detrás de mi propia decisión,
firme y tenso,
contra todo viento y todo desatino.
Hombro con hombro,
piedra a piedra
saltando descalzo por ese puente
de turbulencias,
lleno de agujas en cada granito de aire,
en cada gota de ácida lluvia,
en esa atmósfera que no me dejó vivir
ni me deja vivir en paz.
Me muero, y no puedo detenerlo,
no puedo seguir así
y hacer como que nada pasa.
Los cometas se estrellan en mi cabeza,
y las estrellas prefieren morir que
acompañarme.
No es necesario ser un sabelotodo
para decir que estoy mal,
y que los tiempos de revolución son arduos.
Sobretodo para un solo hombre contra miles de demonios.
Siento a todos los que dejo atrás por este siglo,
hasta que comience el prometido y nuevo.
Somos los que estamos enfrascados en esto.
Yo conmigo mismo, hombro con hombro
hasta el final de esta revolución.