Su sangre


Miré mi espejo para romperlo de nuevo,
estaba en llamas como el agua bajo mis manos,
y las arañas corrían por ahí,
como queriendo decir: “estás solo, no queda nada más”.
Vamos, hombre, oí decir,
quema mis dedos con un cigarro
y deja todo aquello atrás,
como un vagabundo que deja de pedir
y desear años de mala suerte a quién
no le da de comer.
Somos humoristas sin talento,
actores sin más libreto,
soy un bandido de nada,
un ente oscuro que sólo sonríe
cuando llora.
Hola, adiós.
Bórrame como lo hicieras con tu pasado,
mentira usual en tu repertorio.
Sé del aire, perra indolente,
sé de la tierra, del agua, de los árboles,
de los seres horribles que pululan por el bosque.
Yo sólo seguiré sonriendo frente a mi espejo roto,
riendo como nunca ante miles de multiplicados dientes
manchados de sangre, de tu sangre, de mi sangre.
De su sangre.