Jamás podrás cambiar

Es querer borrar el daño hecho,
esa herida que no deja de sangrar
por lo profunda y el picor que nos
hace abrirla más y más.
Qué brota tanto de nosotros,
sino rabia, angustia y nada bueno.
Todo nació para morir allí,
en nuestros ojos,
en el reflejo de tu cuerpo
en ese espejo largo de tu cuarto,
en las palabras llena de resentimientos,
de no ser lo suficiente el uno para el otro.
Todo el miedo, la esperanza,
solo luz oscura en ese mal sueño.
No fuimos lo mejor, ni lo seremos.
Todo nace en la adicción
para morir en una hebra de cabello,
en las palabras que nunca dejarás de pronunciar,

en los hechos que jamás podrás cambiar.