Tú y yo

Nunca tuvimos un calendario
con qué guiarnos,
ni estrellas ni constelaciones
que lo hicieran por nosotros,
porque estábamos destinados
por otros designios,
por otros deseos,
otros favores,
una naturaleza casi imperecedera.
Porque fue en tu delgado abdomen
donde descansé atormentado.
Fue de tus pechos pequeños
donde bebí hasta perderme en el miedo.
Porque fue en tus ojos claros
donde nadé en la locura.
Nunca tuvimos un calendario,
ni minutos, ni horas,
ni días, ni mucho menos años.
Siempre fuimos los dos en nuestro mundo.
Y que cuando tratamos ser parte
de uno original,
acabamos simplemente por autodestruirnos.
Yo con mi cobardía.
Tú con tu indiferencia.