No hay perdón

Murmurabas en el agua
y te escondías entre los granos de arena.
Mi mirada perdida
en la tuya enturbecida.
Las lágrimas multiplican los problemas
y los gritos la rabia.
La desesperación me consolaba con su frío manto
bajo las estrellas de mi cama.
Te defiendes y dices que no quieres,
que ya no hay nada más y que te arrepientes.
Sólo son iracundas voces al viento,
desconsolados sueños quebrados por el fuego,
deseos cultivados en una tierra enferma
y en cicatrices que ni el perdón supera.