Caminar,
vagar, existir en otra dimensión,
sonreír
sin fingir, sin dejar de ser uno,
sin
dejar el suspiro monótono para encontrar otro alba.
Es
tomar tu piel y flagelarme arrancando la yema de mis dedos,
quemándolas
con el fruto prohibido nominado por él mismo,
por
esas llagas que sangran nada,
para
ver ese dolor y ese sentir que te hace estar más muerto que vivo,
ese
sentir que te dice que no se puede seguir sin esperanza,
que
la fe está muerta, violada, lanzada en un charco de sangre,
y
que una persona corre con un puñal en su mano,
siendo
visto, capturada por la mirada,
pero
libre, arrancando sueños como apuñaladas a la sal,
sintiendo
cómo se acabo todo en palabras sin emoción,
sin
un saludo, sin un “buenas noches”,
sin
el mismo despido con décimas de cariño
porque
nunca fuimos nada,
solo
dos almas en pena, heridas,
mutiladas,
enfermas, asfixiadas.
Somos
dos almas que llegaron a un mismo punto,
pero
de polos opuestos generados,
tú
el más, yo el signo menos.
Es
caminar, vagar, existir en nuestra dimensión,
que
cuando volvemos a la real, ya nada queda,
sólo
un vacío. Sólo eso. Sólo un vacío,
un
vacío que no quieres llenar, y que yo muero porque lo hagas.
Es
ése grito imperfecto, infantil, tan destrozado,
que
me hace valer nada si no es al lado tuyo,
como
un pequeño animal que necesita de un dueño,
de
un par de órdenes, de un poco de cariño,
de
un poco de comida, de agua, de energía para no perecer.
Es
la necesidad, el sentimiento más hondo,
tan
puro como el agua de las cordilleras que esconden nuestras estrellas.
Es
ése brillo que veo en ti, tan clandestino,
tan
aciago, pero tan hermoso, tan plateado,
tan
luminoso, como una vela en medio de la lluvia,
desamparada,
solitaria, única.
Es
la necesidad.
Es
el vacío.
Eres
tú.
Soy
yo.
Somos
nosotros.
Juntos.
Separados.
De
tu luz depende.
Y
tú lo sabes.
Más
bien de lo que crees.
No hay comentarios:
Publicar un comentario