Una carta para...

Te vas haciendo viejo y no quieres mirar más allá del límite. A veces te olvidas de cuando eras niño, de cuando te trataban como tal, de cuando vivías en esos mundos creados en tu cabeza y reías y reías sin preocuparte de nada. Me dices de que algún día te entenderé, una suerte de karma para ti, y a cada día que pasa, voy sintiendo que tienes razón, y me da miedo tratar de enfrentarme a lo mismo que tú, dar la cara por mí y por ti... y por los niños que quizá llegue a tener a futuro. Me da miedo de que nos parezcamos cada vez más y que lo que siempre hablas, parezca tener más sentido de lo que muchos sabios pueden llegar a saber. He seguido tus pasos sin ser consciente de ello, y no me arrepiento, porque frente a todo, seguimos viviendo como queremos y las nubes parecen siempre echarse a un lado nuestro. No puedo dejar de verme al espejo y verte en mí, y me siento orgulloso, me siento lleno. Me siento parte de algo, heredero de mil experiencias. Me siento bien, sin arrugas, sin heridas. De los errores uno aprende, de las victorias uno casi nunca saca nada, por desgracia. Pero a veces, el estar pleno en tu propio nido, es mejor que un millón de cosas. Algún día te entenderé a la perfección, lo juro, y pagaré como padre lo que siempre erré como hijo...

1 comentario:

  1. Retrocede en el tiempo y lee lo que alguna vez pensaste. A veces, lo que has pensado y escrito, no tiene sentido algunos, pero hay ocasiones en que te fortalecen. Que te fortalezcan lo bueno de ti. En lo que he leído de tu cuentos y poemas, he visto tu amargura y tu dulzura. Tu ira y tu amor. Reconoce que tras la mezcla de emociones que te dominan, está el que aún no conoces. Evita involucionar, empieza a avanzar. Nunca te estanques.

    ResponderEliminar